El servicio al envejeciente es uno que enriquece al servido y al que presta el servicio. La biblia nos dice que "en los ancianos esta la ciencia y en la larga edad la inteligencia". Job 12:12. De acuerdo a nuestro Dios, debemos valorar a nuestros envejecientes por su sabiduría, experiencia y conocimiento. Durante mi servicio al Hogar Plenitud Dorada, demostré el valor del amor al prójimo pues los traté como si fueran parte de mi familia. La compasión y la misericordia estuvieron presentes porque me identifiqué con su situación, me puse en el lugar de ellos. Fui generoso porque el servicio fue gratuito sin esperar nada a cambio que no fuera lograr que sus vidas tuvieran alegría y bienestar. Respete a cada envejeciente y no los vi como seres que ya no tienen nada que aportar, como injustamente los ven algunas personas inconcientes de nuestra sociedad. Los hice sentir importantes y valorados. Fui tolerante y paciente con ellos. Los escuche y satisfice sus necesidades hasta donde me fue permitido. Ayudé a que recibieran su alimento. Todos fueron tratados con amor y consideración. Los hice sentir importantes cuando muchos de ellos ni siquiera son visitados por sus familiares.
También fui humilde al dedicarme a tareas como botar la basura. La
humildad yo la demostré de otra forma al
no corregirlos y aceptar la conducta de los ancianos si decían algo
incorrecto o se comportaban incorrectamente especialmente aquellos que tienen Alzheimer.
Obedecí la palabra de Dios cuando nos dice que "Así mismo jóvenes, sométanse
a los ancianos. Revístanse todos de humildad en su trato mutuo porque Dios se
opone a los orgullosos pero da gracia a los humildes." 1 Pedro 5:5.
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